Se avecinan aires de cambio. La crisis de la COVID-19 está arrasando el mundo que conocíamos y la incertidumbre y el desconcierto campan a sus anchas. Muchas personas están perdiendo sus negocios. Aquéllos en los que invirtieron años de esfuerzo, amor y dedicación para hacerlos florecer. Los jóvenes, y no tan jóvenes, se ven abocados a buscar trabajo en un mercado laboral despiadado, que los vampiriza y despoja de dignidad, con total impunidad. Estos jóvenes, condenados a la pobreza, jamás contarán con el poder adquisitivo necesario para mantener el sistema actual, al que le quedan los días contados.
Al enorme estrés provocado por la paupérrima situación económica de muchas familias se suman las restricciones en los contactos sociales. Mascarillas castrando las expresiones faciales, prohibidos besos y abrazos, el calor de la proximidad del otro negado. Se vienen tiempos revueltos y si un@ no se sostiene fuerte, el temporal se lo va a llevar por delante. No quiero caer en el pesimismo pero no hace falta ser muy avispada para entrever que las enfermedades mentales provocadas por el aislamiento y la pérdida de esperanza van a crecer de manera imparable. Ante la nefasta atención a la salud mental en España me parece de suma importancia que cada cual se responsabilice de sí mism@ y preste atención a sus seres queridos. Por este motivo, quiero explicar qué es la depresión y cómo prevenirla a tiempo para evitar males mayores.
Cómo se manifiesta la depresión
La depresión está marcada por una implacable pérdida de interés y de energía vital. En el cuerpo de la persona depresiva se puede percibir el empobrecimiento energético. Sus movimientos se reducen hasta el punto que en depresiones mayores uno puede pasar horas mirando al vacío sin moverse. Disminuye la espontaneidad, los gestos faciales, no hay chispa en los ojos, y algo muy importante, se reduce notablemente la toma de oxígeno. En una persona sana la energía entra en el organismo a través de los alimentos, el aire y otros estímulos y se descarga a través del movimiento u otras actividades corporales como el sexo. La entrada y salida, carga y descarga, están equilibradas. La actividad organísmica del ser humano tiene una clara motivación, la búsqueda del placer, incluida la evitación del dolor.
Cuando la apatía gobierna el mundo interno de una persona, la motivación para moverse disminuye. Consciente o inconscientemente la persona aquejada de depresión ha perdido la fe en la vida, existe un discurso interno negativo, derrotista. La tristeza lo tiñe todo de gris. La mayoría describen sentirse sumidos en el fondo de un pozo oscuro del que no saben cómo salir.
Cómo diferenciar la tristeza de la depresión
De manera coloquial utilizamos la expresión «estoy depre» para referirnos a un estado de «bajón», de tristeza, incluso de apatía, que es temporal. La depresión es otra cosa. Nos impide desempeñar con normalidad lo que antes hacíamos habitualmente.
Se trata de una enfermedad que en muchas ocasiones se camufla y cuesta de reconocer para la propia persona que la padece. Sin embargo, existen una serie de señales de alarma que si se extienden más allá de un mes han de ser valoradas como posible presencia de depresión:
- Estás inmerso en una profunda tristeza y/o vacío. A menudo te asaltan pensamientos negativos, catastróficos
- Padeces ansiedad, angustia y nerviosismo
- Alteraciones en el sueño, insomnio o dificultad para levantarte
- Te cuesta focalizar. La depresión afecta la memoria y la concentración
- Te sientes irritable. Todo te molesta. Manifiestas rabia y hostilidad hacia los demás
- Autocrítica y baja autoestima. Te ves en un callejón sin salida y acuden a ti pensamientos de auto reproche
- Ya no sientes placer ni interés por las actividades que antes disfrutabas
- Agotamiento físico. No tienes energía para la actividad diaria
- Dolores en el cuerpo. Las somatizaciones son muy frecuentes, además del cansancio, pueden aparecer dolores de cabeza, problemas estomacales, etc
- Sentimiento de desesperanza. No encuentras solución a tu situación y comienzan a aparecer pensamientos de suicidio.
En este último caso, y si persiste la desesperanza acompañada con pensamientos de suicidio, es urgente buscar ayuda profesional.
Depresión y psicoterapia
Los fármacos antidepresivos ayudan a transitar ese estado doloroso, aligeran el síntoma, pero sin un buen acompañamiento psicoterapéutico aquéllo que ha provocado la caída no es abordado ni transformado. Y toda crisis existencial en realidad es una gran oportunidad de cambio, que no hay que dejar pasar.
Las personas con depresión que no buscan ayuda profesional sufren innecesariamente. Los sentimientos y preocupaciones no expresados y una sensación de aislamiento pueden empeorar la depresión. La terapia conversacional permite a la persona compartir su sentir e identificar los factores que contribuyen a su malestar a la vez que obtener recursos para erguirse de nuevo sobre sus propios pies y tomar las riendas de su vida.
¿Tienes un familiar cuya conducta y humor han cambiado y responde a varias de las señales de alarma descritas en este post? Ponte en alerta. No lo dejes pasar. Acude a un/a profesional.
Si tienes dudas, escríbeme. Estaré encantada de atenderte.