En la era marcada por la vanidad que incentivan las redes sociales, tod@s queremos exhibir una autoestima sana. La mayoría de mis pacientes y muchas personas que conozco aseguran que se quieren bien y que se cuidan. A pesar de ello, escucho a menudo la lastimosa retahíla de maneras que tienen de no amarse. Un@s se critican y machacan continuamente por una elevada autoexigencia. Otr@s maltratan a su cuerpo, con drogas o alcohol, o dejando de comer hasta la delgadez extrema para responder a cánones estéticos absurdos. L@s hay que no se permiten descansar y conectar con el placer, sometidos a la tiranía del “debería”. También están l@s que no saben poner límites y se sienten culpables si no complacen a los otros, l@s que se comparan con los demás y se sienten inferiores, l@s que pisotean y desprecian al prójimo para compensar su falta de amor a sí mism@s, los que postergan sueños por miedo a no ser capaces…
Analizando este panorama podemos atisbar que la radiografía de la autoestima de nuestra sociedad no anda tan bien como quisiéramos aparentar. De ahí que muchas personas se agarren a lo de fuera para compensar la falta de amor a sí mismos. Por esta razón, se aferrarán a alguien que les devuelva esa mirada amorosa que ell@s no son capaces de darse, lucharán para ser exitosos en el trabajo y obtener el reconocimiento inexistente en su interior, o se centrarán en acumular poder y dinero para tapar su vacío y su sin sentido.
Sólo poseemos aquello que no podemos perder en un naufragio
Proverbio Hindú
Quererse bien no es algo que se enseña en esta sociedad mercantilista, marcada por el imperativo del rendimiento, la eficacia y la competitividad. Más bien todo lo contrario. Somos una fábrica de analfabetos emocionales. De hecho, muchas veces confundimos ser eficaces laboralmente con gozar de una sana autoestima. Sin embargo, quién no conoce a alguien que ha caído en una depresión por perder un puesto de trabajo o por no saber encajar un fracaso. Poner nuestro valor en manos de lo externo, ya sea la pareja que amamos, un estatus social o algún logro, es un síntoma de falta de autoestima. Si aquello exterior se tambalea, nuestro mundo interno se derrumbará con ello.
Si no lo encuentras dentro de ti, ¿dónde lo encontrarás?
Alan Watts
Cuenta una leyenda que en un pasado remoto los seres humanos éramos dioses. Pero debido a nuestro infantilismo, abusamos tanto de nuestros privilegios que la vida decidió retirarnos dicho poder, escondiéndolo en un lugar muy difícil de encontrar. De este modo, la vida quería que no reconectáramos con nuestra divinidad hasta que realmente hubiéramos madurado.
“¡Enterremos el poder de la divinidad bajo tierra!”, le sugirió su comité particular de eruditos. “¡Ya veo que ignoráis hasta qué punto los seres humanos son tozudos”, replicó la vida. “Explorarán, excavarán y destruirán la tierra hasta que un día darán con el escondite”. “Entonces, ¡arrojémoslo al fondo de los océanos”, propusieron los eruditos. “No me convence, pues sé por experiencia que no saben estarse quietos. Allí también lo buscaran”.
“¿Y si lo escondemos en la Luna?” La vida rió. “Por absurdo que os parezca, los seres humanos se gastarán una fortuna en naves para intentar conquistar el espacio”. El comité de eruditos, perplejo, se quedó en silencio, sin saber qué decir. “Según lo que afirmas, no hay lugar bajo la tierra, en el fondo de los océanos e incluso en la Luna donde los seres humanos no vayan a mirar nunca”. Tras escuchar estas palabras, la vida tuvo una revelación. “¡Ya lo tengo! ¡Esconderemos el poder de la divinidad en los más profundo de su corazón, pues es el único lugar donde a muy pocos se les ocurrirá buscar”.
¿Qué es la autoestima?
La autoestima se desarrolla a lo largo del tiempo. Comienza a dibujarse en la infancia, a través de las relaciones con nuestros seres queridos. Continúa moldeándose con las experiencias en la adolescencia y más tarde con las relaciones amorosas y sociales, laborales… Por ejemplo, un niño o una niña sometidos a bullying en la escuela es muy probable que desarrolle una baja autoestima. En otras ocasiones, basta tener algún familiar que, de chiquitos, nos haya ridiculizado directamente, que nos haya hecho sentir que somos inútiles, o bien que criticara duramente a los demás, para haber generado en nuestro interior la semilla de un amor pobre hacia un@ mism@.
Usted mismo, tanto como cualquier otro en el universo entero, merece su amor y afecto
Buda
Etimológicamente la palabra autoestima está formada por el prefijo griego “autos”, que significa “por sí mismo” o “hacia sí mismo”, y la palabra estima, que proviene del latín “aestimar” y significa “valorar” o “apreciar”. De esta manera, la autoestima podría definirse como la valoración o el aprecio hacia sí mismo.
Tener una buena relación con un@ mism@ es el resultado de la autovaloración global que cada cual hace de sí mismo. Es aceptarnos con nuestra luz y nuestra oscuridad. Para ello, el primer paso es conocernos bien. ¿O acaso puedes sentir amor por un desconocido? Descubrir el ser que nos habita no es coser y cantar, ya que existe en nosotros una parte negada. Es lo que el psiquiatra y psicoanalista C. G. Jung denominó la sombra, la parte de mí a la que no le doy espacio, lo que no me permito ser y reprimo.
El amor a uno mismo, como todos los amores, hay que cultivarlo. Solemos invertir mucha energía y recursos en tratar de gustar a los demás y desatendemos lo primordial, gustarnos a nosotr@s mism@s. Nos dejamos el sueldo en móviles, ropa, coches, peluquería, aficiones. Sin embargo, ¿cuánto invertimos en autoconocimiento y bienestar emocional? Uno de los enfoques de la Terapia Gestalt es, por ejemplo, integrar las partes negadas a través del trabajo de Polaridades. Esto permite el contacto con las cualidades rechazadas, para ampliar la visión y el concepto que se tiene de sí. Amarse es abrazarse con lo que se es, en nuestra grandiosa y hermosa imperfecta humanidad.
Sólo si me siento valioso por ser como soy puedo aceptarme, puedo ser auténtico, puedo ser verdadero
Jorge Bucay
En este sentido y para finalizar, te propongo que te tomes unos minutos para meditar y ponerte en contacto contigo. A continuación ponte frente al espejo y mírate a los ojos. Observa a ese ser que tienes devolviéndote la mirada. ¿Quién es realmente? ¿Qué cualidades consideras positivas? ¿Qué cualidades rechazas? ¿Qué esconde bajo su máscara? ¿Qué puede aportar a los demás? ¿Cuáles son sus anhelos profundos? ¿Va a por ellos o los posterga? ¿Qué sientes cuando le miras? ¿Te gusta lo que ves?
Quererse a uno mismo es el principio de un romance para toda la vida
Oscar Wilde
Si crees que gozas de una autoestima sana, felicidades. Si, por el contrario, te has sentido identificad@ en este artículo, puedes iniciar un idilio con el hombre o la mujer de tu vida, TÚ MISM@. Te animo a concederte un espacio de escucha interna para quererte más y mejor.
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