En casa de mis padres guardamos algunos vídeos domésticos antiguos, de cuando mi hermana y yo éramos chiquitas. En esas cintas aparece toda mi familia. Están mi madre y mi padre jóvenes, guapísimos, mi abuela materna, que en paz descanse, posando radiante, estupenda (ella era muy coqueta). A lo largo de esos minutos desfilan muchos familiares queridos entrañables que, desgraciadamente, han ido falleciendo.
Visionar esas cintas me produce una suerte de alegría, por recordar a esos familiares, a quién agradezco que hayan formado parte de mi existencia, y también melancolía, porque ya no están aquí y su ausencia ha dejado huella en mi corazoncito.
Recuerdo que hace un tiempo una de las cosas que más me impactó de esas cintas fue verme a mí con apenas un añito en el cochecito bamboleando las piernas con fuerza. No me estaba quieta ni un minuto. Impulsaba las piernas arriba y abajo sin descanso y también batía los brazos cual alas, con mucha determinación. ¿Qué me sorprendió? ¿Verme tan movida y enérgica? En realidad lo que mostraba ese vídeo no tiene nada de raro. Era mi esencia en estado puro. Necesito movimiento como el aire que respiro. Por eso, claro está, bailo y viajo todo lo que puedo.
Al venir al mundo todos llegamos con un temperamento. Hay bebés calmados, otros más inquietos… Ese temperamento es nuestra esencia. Luego con los años la familia, la sociedad, la escuela nos va moldeando, por no decir, domesticando y en función de nuestra biografía personal iremos desarrollando un determinado carácter. Y puede pasar que en el transito de nuestra existencia vayamos olvidando quiénes somos en realidad abocándonos al sin sentido y al sufrimiento.
La psicoterapia disuelve esas capas y corazas que nos mantienen en una angustiosa amnesia. Poco a poco puedes ir recuperando tu esencia, para dejarte ser, dejarte estar, empezar a amarte con los ojos abiertos, conectarte con tus anhelos e ir hacia ellos. Y al fin, recuperar el placer y el gozo de vivir innatos. Por su parte, la danza africana es una poderosa herramienta que transmito por sus múltiples beneficios. No voy a enumerar todos porque me alargaría mucho (ya lo dejo para otro post). Lo que sí quiero mencionar es que ayuda al arraigo, tan necesario en determinados caracteres, con rasgos orales, esquizoides o masoquistas. Pisar con firmeza sobre la tierra despierta la fuerza y energía más auténtica que hay en nosotras, cosa que permite avanzar en libertad.
Todas podemos tener alas. Las mías son la Psicoterapia y la Danza. ¿Tú encontraste las tuyas?
¿Todavía no? ¿Te ayudo a encontrarlas?
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