Queremos alcanzar la felicidad con recetas fáciles. De ahí, el éxito de los libros de autoayuda, los psicofármacos o los charlatanes que proclaman con convicción que pueden resolver nuestros problemas en unas pocas sesiones de terapia. Vivimos en una sociedad, en Occidente, que niega y escapa del dolor emocional como alma que lleva el diablo. Por ejemplo, tras una ruptura de pareja, much@s se embarcan con prisas en otra relación sentimental sin dejarse tiempo para elaborar el duelo. No, eso quema demasiado. Ante el mínimo atisbo de dolor la norma general es salir corriendo. Y en esa huida hacia delante nos perdemos muchísimo. No hay mirada retrospectiva, no hay reflexión, no hay comprensión. Sin atreverse a transitar el dolor, no hay aprendizaje ni integración. Y sin aprendizaje, lo más probable es que volvamos a tropezar con la misma piedra.
Así pues, va transcurriendo nuestra existencia con la falsa ilusión de querer residir permanentemente en la alegría. Sin embargo, las emociones van y vienen. No son estados eternos. Observo a menudo en algunos de mis pacientes la dificultad para transitar la tristeza. No se permiten estar desenergetizados, en la quietud, en la introspección propia de esta emoción. Es mas, se machacan por sentirse afligidos, forzándose a salir de ahí como sea. No se conceden espacio para bucear en las profundidades del dolor y poder aprender de él.
No es posible despertar a la consciencia sin dolor. La gente es capaz de hacer cualquier cosa, por absurda que sea, para evitar enfrentarse a su propia alma. Nadie se ilumina imaginando figuras de luz, sino por hacer consciente la oscuridad
Karl Gustav Jung
La vida no es siempre de color de rosa, aunque muchas películas se empeñen en demostrar lo contrario. El marketing también se ocupa de obnubilarnos con frases inspiradoras: «la vida es chula», «sueña en grande y pasarán cosas gigantes», «cree en ti y todo será posible»…
Es cierto que a veces la vida nos trae regalos maravillosos y nos llena de un júbilo inesperado. Sin embargo, otras veces, nos golpea sin compasión, dejándonos noqueados y desconcertados. La vida es así, misteriosa, imprevisible, caprichosa. Como dice el psicoterapeuta gestáltico Joan Garriga, parece como si existiera una voluntad mayor que va más allá de nuestros deseos y voluntades. Si uno quiere tener un vida feliz tendrá que confiar y rendirse ante esta voluntad mayor y tomar lo que la vida le da o aceptar lo que le quita. Cuando estamos en el ganar es fácil entregarse al movimiento existencial. Ahora bien, si estamos en el perder nuestro ego se retuerce enojado y angustiado. Y no todo está en nuestras manos. «Querer es poder» ES a veces. Sólo a veces.
La huida no ha llevado a nadie a ningún sitio
Antoine de Saint-Exupery
Por mucho que queramos vivir de espaldas al dolor, en algún momento de nuestra existencia tendremos que afrontarlo. Siento ser tan desagradablemente realista pero tarde o temprano la desgracia tocará a tu puerta. Y me permito ser tan despiadada porque es lo que hay. A quién no se le ha muerto un ser querido, quién no ha perdido un empleo, ha padecido un divorcio, un fracaso, una enfermedad… Nadie puede escapar al dolor a menos que viva fuera de la realidad. Aún así, queremos huir de él como sea. Para evadirnos recurrimos a diferentes estrategias: abusar de la comida, del alcohol, mantenernos excesivamente ocupados, enajenarnos con drogas, narcotizarnos con la televisión, etc.
España bate récords mundiales en el consumo de psicofármacos
Paradójicamente y por más que nos esforcemos en buscar a todas horas el placer, España encabeza, junto con Portugal, el ranking mundial de consumo de tranquilizantes (benzodiacepinas). Según la Agencia Española del Medicamento, en los últimos diez años se ha doblado el consumo de sedantes y ansiolíticos y en la mayoría de casos su uso es inadecuado. A juzgar por los datos yo diría que algo anda mal.
Muchos ciudadanos prefieren atiborrarse de medicamentos que adormezcan su dolor emocional o angustia vital, y de paso también su alma, antes que iniciar un proceso de psicoterapia para descubrir qué hay detrás de ese malestar o síntoma. De momento no parece que ni las pastillas ni la psicología positiva del “Yes, you can” y del “tú puedes crear tu realidad con tu pensamiento” que nos quieren vender desde algunos estamentos, por intereses ajenos al bien común, hayan contribuido a disminuir el abuso de drogas legales en nuestro país.
No hay mayor negocio que vender a gente desesperada un producto que asegura eliminar la desesperación
Aldous Huxley
Existen culturas como la oriental que no huyen del sufrimiento, como en hacemos en Occidente. Es mas, atribuyen al sufrimiento un papel importante. En este sentido, el monje tibetano Khenchen Konchog Gyaltshen Rinpoche enumera cuatro beneficios del sufrimiento:
- Sabiduría: cuando las cosas marchan bien difícilmente nos detenemos a cuestionar cómo anda nuestra vida. Las situaciones desagradables, en cambio, suelen hacernos parar a reflexionar sobre nuestra existencia. De la experiencia del sufrimiento emerge el aprendizaje, la madurez y la sabiduría
- Resistencia: «lo que no nos mata, nos hace más fuertes» como dijo el filósofo alemán Friedrich Nietzsche
- Compasión: Sólo podemos sentir empatía y compasión por el sufrimiento ajeno, cuando lo hemos experimentado en nuestras propias carnes
- Profundo respeto por la realidad: el sufrimiento nos hace bajar la cabeza en un movimiento de humildad y nos conecta con nuestras limitaciones. Si sólo acumuláramos experiencias felices podríamos caer en la tentación de creernos dioses invencibles
La búsqueda del placer y la evitación del dolor forman parte de nuestra naturaleza humana. Ahora bien, perseguir el placer sin mesura nos conduce irremediablemente al dolor, ya que las cosas que nos dan placer son impermanentes. Nos aburrimos de lo mismo. Cambiamos. Envejecemos… Habitualmente quién se narcotiza contra el dolor acaba anestesiando el resto de emociones, incluida la alegría, perdiéndose la multiplicidad de colores del abanico de la vida. En definitiva, escapar del dolor, la mayoría de las veces, genera más sufrimiento, e incluso puede llevar a desarrollar fobias como los trastornos obsesivo compulsivo (TOC).
Con este post no pretendo hacer una apología del dolor y del sufrimiento. No se trata de quedarnos lamentando nuestra suerte o de ahondar en nuestras desgracias. Eso sería caer en el victimismo, una actitud estéril en el camino de crecimiento personal y espiritual. Ahora bien, sí que creo que al dolor emocional se le ha de conceder el espacio justo necesario, ni más ni menos. Hemos de darle el lugar que nos permita seguir avanzando en la comprensión de quiénes somos.
La verdadera profesión del hombre es encontrar el camino hacia sí mismo
Herman Hesse
Sandra Valent, terapeuta Gestalt. Trabajo en Barcelona y en Sant Cugat del Vallés. Sesiones en Gestalt Barcelona (Pl. Urquinaona 10) y en Espai Vincles (C. de la Mina 25). Si quieres saber más puedes contactar conmigo en el tel. 678377795.