El corazón helado
Siempre extrañé tu abrazo.
Para anestesiarme del dolor
de ese anhelo inalcanzable,
congelé el pedacito de mi corazón
donde estabas tú, papá.
Y anduve en busca de ese abrazo
en los brazos de otros hombres.
Mas ninguno me saciaba.
Con el tiempo comprendí
que sólo la mujer que habita en mí
podía resarcir con su amor a la niña despechada, desolada.
Y mucho después pude verte, papá.
En mis recuerdos,
en tus pequeños y torpes gestos,
muestras de amor que mi niña andaba buscando.
Y perdonarte. Y perdonarme. Y amarte. Y amarme.